domingo, 16 de diciembre de 2018

Conde Lucanor

By diciembre 16, 2018 , No comments


Un joven, llamado Luis, le contó a su padre que había conocido a Laura, una chica que era guapa, muy inteligente y ganaba mucho dinero, pero que era un poco agresiva.
 El joven era un gran emprendedor, con muchas ideas, pero le hacía falta alguien que le apoyase y que pudiese ayudarle económicamente para poner en marcha sus proyectos. Preguntó a su padre si debía casarse con Laura, teniendo en cuenta su carácter. Su padre, que era muy tradicional, le dijo que si se creía capaz de imponer su autoridad, que se casase. Luis, tras razonar lo que le dijo su padre, se propuso casarse con Laura. Luis era atractivo e inteligente y rápido se hicieron novios y la convenció para que se casaran. Cuando eran novios empezó a intentar imponer su autoridad, pero después del matrimonio todo fue mucho más duro. Luis controlaba constantemente el móvil de Laura y todo lo que hacía. A veces incluso utilizaba la violencia para imponerse en las discusiones que empezaron a tener. Laura estaba deprimida y no sabía cómo actuar. Una noche, recibió una paliza tras la que acabó en el hospital. Estaba aterrorizada. Al día siguiente Laura lo tenía todo muy claro. Había dos opciones. Estar toda la vida sometida o volver a ser libre divorciándose.

 Gracias al apoyo de sus padres, acudió a una asociación de ayuda para las víctimas de violencia de género. Después de los consejos que recibió, tomó su decisión: pidió el divorcio y solicitó protección a la policía. Luis se dio cuenta del error que supuso seguir el consejo de su padre. Se sintió muy mal, porque él no era así, pidió perdón y aceptó el divorcio. Al menos aprendió la lección: la violencia nunca es solución.

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