domingo, 9 de diciembre de 2018

Cuento XXXV adaptado



En una ciudad vivía un pequeño empresario con innumerables ideas y con muchos proyectos que él veía que podían triunfar pero que desgraciadamente no tenía el dinero suficiente para montar la empresa que los iba a lanzar.
Por otro lado en la parte rica de esa misma ciudad vivía la hija de un rico negociante que impartía clases en las mejores universidades de los alrededores a la que este quería casar para que su herencia fuese destinada a lagun proyecto productivo y como veía que su hija no tenía ninguno, decidió que la iba a casar.
Cuando el empresario se enteró le propuso todas sus ideas y proyectos al padre de la muchacha el cual aceptó en que se casase con su hija ya que se dió cuenta de que con ese hombre en su familia su capital se dispararía y serían aún más ricos.
Después del casamiento le ocurrió una desgracia a la pobre chica ya que el marido con el que se había comprometido la amenazaba con que dejaría de ayudar al negocio de su padre si ella no hacía todo lo que él le ordenase. Mientras él trabajaba en sus proyectos con el padre de la muchacha, ella debía quedarse en la casa cuidándola y teniéndola al gusto de su marido.
Tras un largo tiempo la pobre chica que no hacía más que pasarse las noches llorando y preguntándose por qué su padre quiso casarle con ese mal hombre que solo tenía buenas ideas, y sintiéndose desgraciada por todo esto.
Al final se acabó dando cuenta de que aquella no era la vida que ella quería llevar y que por mucho que le pesase por los negocios del padre iba a pedir el divorcio y a seguir con su vida lejos de él.

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