jueves, 25 de octubre de 2018

Mi inicio de curso


Creo que no fui realmente consciente de que el curso empezaba hasta que me di cuenta de algo: los anuncios de la famosa vuelta al cole salían en la tele más que nunca y mi mente comenzaba a maquinar.
Mentiría si dijera que no se me ocurrieron mil escenarios a cada cual más raro y singular. Desde perderme en el camino de ida al colegio(confundiendo el número de autobús) hasta tropezarme y caerme al suelo nada más llegar.
Si, también planeé mi ropa días antes (como hizo medio colegio) e incluso  quise comprarme una nueva funda de móvil para que no se viera mi antigua y maltratada carcasa .
Pero los nervios me atacaron cuando subí al autobús y recordé que el año pasado, yo sólo tardaba 5 minutos en llegar y que me sentía como” Pedro por su casa “ ya que conocía a mis compañeros desde los 3 años .No había presentaciones ,silencios incomodos o nervios ante lo que se avecinaba. Entraba por la gran puerta verde que daba al patio, saludaba a las monjitas que siempre estaban allí y que incluso me habían dado de comer cuando era pequeña  y subía a mi clase donde mis mejores amigas me esperaban con un asiento libre a su lado  y una mueca graciosa. Ya estábamos preparadas para empezar.
Pero este año no sería asi.Habia pasado de no necesitar ir el primer día ya que me sabia los discursos del director del derecho y del revés a casi tener que llevar una agendita con un bolígrafo y estar pendiente de hasta quien tosia.Ya no era una veterana, sino una novata.
Y así me sentí cuando el primer día, en el salón de actos, vi como algunos se saludaban con abrazos y  como algunos  grupos de gente caminaban decididos. Oía gritos de gente saludándose a lo lejos y risas emocionadas por los reencuentros. Yo en cambio, me sentí como cuando en primero de infantil mis padres me dejaron en una clase rodeada de desconocidos y aterrorizada.
Decidí ser optimista y armándome de valor, seguí al grupo escaleras arriba donde me esperaba mi clase. Nada más entrar vi que el número de chicos era superior al de chicas y como una de ellas me saludó  sonriente con la mano animándome a que me acercara a ella y a su amiga. En ese momento me sentí salvada.
De ese primer día de colegio, salí con dos ideas en la cabeza: la primera fue que ya había conocido a dos chicas con las que me relacionaría al principio y la segunda, que tendría que ser un poco más abierta si quería conocer a los que iban a ser mis compañeros todo el año y con los que compartiría esta nueva experiencia.
Mi primera impresión fue buena. Sentí que como en todas las clases, había un poco de todo y con el paso de los días pude confirmarlo. Había gente divertida, propensa  a las bromas, otros más callados, tímidos…
Decidí que lo mejor era sonreír y me lo planteé como una nueva aventura que estaría cargada de cosas nuevas, buenas y no tan buenas. La verdad es que me siento a gusto con mis compañeros y espero que al final sea un gran curso.

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