Después de un verano en el que no había do palo al agua
tocaba empezar las clases, colegio nuevo, gente nueva, pero sobretodo una nueva
etapa. Sinceramente, no es que tuviese muchas ganas de empezar, pero algunas
amigas que ya iban a los Salesianos me habían animado bastante.
Llego el primer día, no estaba nerviosa pero si que tenía
mucha curiosidad en ver cómo era el colegio, quienes iban a ser mis compañeros
etc… Mis expectativas del primer día no eran muy altas, después de tantos cambios
estaba acostumbrada a que el primer día de clase no fuera gran cosa, en el
sentido de que no iba a hacer amigos en un día e iba a sentirme perdida.
En cuanto llegue al colegio me fui con las personas que ya conocía,
lo primero que hicieron fue felicitarme por mi cumpleaños y después me
explicaron como iban a ser las clases, y a donde teníamos que ir. Me desanimaba
un poco pensar que ninguna de esas personas iba a estar en mi clase pero, no se
acababa el mundo, la vida sigue.
Después de la presentación en el teatro subimos a nuestras
clases, por el pasillo me hablo una chica súper maja que daba la casualidad de
que íbamos a la misma clase y ella también era nueva así que entablamos conversación
y nos sentamos juntas.
Todo era súper extraño para mi, mi clase era mayoritariamente
de chicos y yo llevaba dos años en un colegio solo de chicas, la gente hablaba
al profesor de tú cuando yo hablaba a todo el mundo de usted, nadie se ponía de
pie cuando entraba el tutor…. Estaba un poco desorientada.
Dejando a un lado todas esas cosas me parece que la charla
que nos dio nuestro tutor Javi estuvo muy acertada, bachillerato es una etapa
nueva, diferente y en la que hay trabajar duro para sacar lo que quieres así
que salí con una idea, o me esfuerzo este año o no llegare a nada.
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